viernes, 23 de diciembre de 2016

Un mes después

Éste año ha sido particularmente difícil. Hacía tiempo que mi papá sentía dolores y molestias, iba a consulta y cada vez le decían cosas diferentes; que si era colitis, que tenía alguna infección o que simplemente no era nada de cuidado.
Las cosas empezaron a cambiar cuando un doctor le pidió que suspendiera un medicamento para ver la reacción del cuerpo porque ese medicamento puede enmascarar enfermedades y a partir de ahí tomar una serie de estudios. Así pasó algo de tiempo y el resultado salió con una elevación importante del antígeno prostático; habría que hacerle unos estudios, entre ellos una biopsia.

La biopsia se la realizarían en León, puesto que aquí no había personal capacitado para hacerlo (siendo en el Seguro no sé qué tanto personal sea realmente capacitado); viajamos a León y fue inútil; el personal de ahí se molestó de que nos hubieran mandado con ellos y muy a su pesar le dieron el papeleo para que en otra visita se realizara la biopsia.

Mi papá decidió intentar el que se realizara la biopsia aquí, y dijeron que ya se contaba con el personal, así que ya no era necesario realizar un viaje a León.
El resultado de la biopsia fue un fiasco, le tomaron mal las muestras y de 10 muestras sólo 2 pudieron analizarse, con lo cual pedían que se volviera a realizar el estudio; más sufrimiento e incomodidad para mi papá, pero no teníamos otra opción.

Lo que he escrito ahora no transcurrió en pocos días sino desde el mes de abril hasta principio de diciembre. Éste tipo de situaciones son estresantes, más para las personas que somos negativas. Traté en la medida de mis posibilidades de pensar en positivo, pero los pensamientos negativos se apoderaban de mi haciendo que en mi cabeza se gestara una serie de preguntas, de miedos, de arrepentimientos. A todo esto se sumaban comentarios de personas cercanas que mostraban quizá su preocupación de una forma equivocada, hablaban como si ya hubiera un diagnóstico y ese diagnóstico fuera eso de lo que tanto temíamos, y mientras había otras personas que mostraban su apoyo por medio de buenos deseos y palabras de aliento que siempre agradeceré.

Después de la segunda biopsia, mi papá tuvo una complicación que provocó que fuera a urgencias porque no podía orinar; le pusieron una sonda y tuvo que dejar de asistir al trabajo. Cuando lo vi con la sonda lo sentí muy vulnerable, verlo de un día a otro así, desanimado, con el cuerpo cansado como si se tratara de un señor de edad más avanzada me hizo sentir mal, pero traté de mantenerme positiva y sin mostrar temor, para no desanimarlo más; claro que en las noches era distinto, era el momento en el que me derrumbaba, es donde suelo soltar todo lo que vivo, a oscuras los sentimientos no se reprimen.

Mi relación con Dios durante el último año ha sido más cercana que en años anteriores y en medio de éste problema de salud no fue diferente, aunque debo reconocer  que hubo un momento en el que tuve una pequeña crisis. Por las noches solía pedirle que por favor nos ayudara, que no soltara de nuestras manos, que deseaba que de regalo de cumpleaños mi papá estuviera bien, que era lo que me interesaba, que nunca le había pedido cosas materiales, que necesitábamos de mi papá y de Él.

Días antes de nuestro cumpleaños (de mi hermano y el mío) le dieron los resultados. Estábamos sentados mi mamá, papá y yo en unas bancas del Seguro, mi mamá antes de leer el resultado comentó que quizá no era nada malo porque se lo habían entregado sin sobre; empezó a leer el resultado…”Carcinoma acinar prostático…” Sabía que esa palabra no era muy buena, empecé a buscar en el celular y los resultados de la búsqueda me indicaban aquella palabra que no queríamos oír ni pronunciar “Cáncer”. No se los comenté, lo leí solo para mi mientras nos dirigíamos a urgencias, buscando a una prima de mi mamá que trabaja ahí. 

Mi corazón comenzó a latir muy fuerte, queriendo salirse, quería llorar, quería decirles porque se veían un poco despreocupados, pero no sabía cómo, me estaba muriendo por dentro, pensé que ya todo estaría escrito y aunque sé que el cáncer no es una sentencia de muerte, el miedo volvió a hacer de las suyas, mi cabeza estaba extraña, por un lado me sentía como en el limbo y por otro con un montón de pensamientos negativos, de tristeza, de preguntas. Estando con la prima de mi mamá, preguntó que si ya teníamos los resultados, mi mamá dijo que si y se los dio.
-“Lo primero nos puede preocupar” -¿Quieres que le hable a mi jefa para que te diga bien el diagnóstico?
Mi mamá contestó: –“Pues me daría pendiente por ella”-, me apuntaba con la mirada.
Tomando un poco de aire le dije: -“Ya sé que es…” y no pude decir más, simplemente empecé a llorar y vi cómo a mi mamá se le empezaron a llenar los ojos de lágrimas, pero no quiso que salieran, dijo que tenía que “aguantar”. Busqué más, en relación a lo que estaba escrito en el diagnóstico, consultaba una y otra página, siempre checando que fuera una página de fiar; vi la etapa en la que se señalaba que estaba, era un cáncer focalizado en la próstata y que dentro de lo malo era un cáncer tratable y que nos daba la esperanza de que todo saliera bien.

A pesar de saber eso y de ser confirmado por el doctor ese mismo día, me seguía sintiendo estresada, con miedo, con mucha tristeza y fue ahí donde comencé con mi pequeña crisis de reclamo. ¿Por qué Dios no me escuchó?, ¿Por qué si Él más que nadie sabe que he tratado de mejorar?, ¿Por qué? Y por otro lado pensaba que debía estar agradecida con Él, porque pese a ser cáncer, era algo que tenía arreglo, que tenía que confiar y echarle ganas, de pensar de manera diferente. Pero estando donde estábamos, es difícil actuar como lo piensa nuestra cabeza; y en mi personalidad fatalista pensaba lo peor, y sentía que le debía tanto a mi papá, que ni siquiera pude hacer algo para hacer que se sintiera satisfecho y orgulloso de mi, que no le había dado la oportunidad de llevarme al altar, de darle un nieto, que me había quedado con una vida tibia, que no hice nada y que el tiempo corría. Un tío me comentó que no fuera tan egoísta y que pensara más en él, que aprovechara para estar más tiempo con él, acercarme, disfrutarlo fuera el tiempo que fuera, pero que no me preocupara porque todo saldría bien, las cosas estaban a su favor.

Mi papá tomó la decisión de operarse para acabar con el cáncer de raíz, siendo así el cáncer ya no estaría presente en su cuerpo, con el pasar de los días me empezó a llegar la duda si los resultados estarían bien, pensaba, “¿Y si al llegar la operación los doctores se dan cuenta de que está en peores condiciones?” y al mismo tiempo me repetía “Confía, confía”.

La actitud que tomó mi papá desde el momento mismo de saber su condición fue envidiable, aunque supongo que en el fondo no estaba tan bien, pero lo que externó fue una tranquilidad que trató de transmitirnos, de un buen ánimo y de esperanza y creo que eso ayudo un poco a aligerar la mala noticia; claro, durante éste tiempo era subir y bajar de ánimo, a veces lo veía ausente, otras tranquilo, otras normal y platicador, pero presiento que no dejaba de pensarlo y que le preocupaba la operación y también me atrevo a decir que se preocupaba de nosotros.
El día de la cirugía estaba tranquilo, hasta bromeó un poco; pasaron las horas y a diferencia de lo que creía no se me hizo tan pesado, creo que ayudó la visita de unas tías.
Después de unas horas, entró el doctor a la habitación; la operación había sido un éxito, ya solo necesitaba estar un momento en recuperación para después verlo.
Al llegar se le veía su piel de un color distinto, estaba adormilado, claro que esto es normal después de la operación. Pasó en el hospital un par de días y regresó a casa.
Actualmente se encuentra convaleciente aún, batallando a veces un poco por los estragos de la cirugía, pero está bien y ahora estamos mejor porque sabemos los resultados de patología y el daño del cáncer fue solo de un 15%; con la operación está libre de éste mal y espero que así sea siempre.

Ayer me reuní con mi amiga, que siempre estuvo al pendiente de él y que me demostró su apoyo de muchas formas. Cuando le estuve platicando todo lo ocurrido con más detalle, se sorprendió un poco porque dijo que si ella lo estuviera platicando estaría llorando. La verdad es que yo me he cuestionado lo mismo, soy muy sensible, pero no sé por qué no he llorado tanto como pensé que estaría. A veces creo que es porque siento que aún estoy como en un mal sueño, un poco desconectada de la realidad, o quizá solamente se trate de que estoy tranquila porque todo está bien, y eso es lo más importante ahora. 

eXTReMe Tracker